viernes, 4 de enero de 2008

AÑO NUEVO


Recuerdo que hace tres años nuevos fue la primera vez que la paso solo. Recién me había separado, estaba viviendo solo por primera vez en mi vida y mis antiguos amigos de carrete brillaron por mi ausencia.


Fue impresionante, no por lo bajoneado que algún serumano normal pueda sentirse, sino más bien por lo que descubrí. Como vivo en el centro, por supuesto fui a ver lo fuegos artificiales de la Torre Entel. Debo de haber llegado como 15 minutos para las doce y empiezo a observar a la gente, y qué es lo que descubro, a muchos solos como yo, que se colocaban estratégicamente, igual que yo, cerca de los kioskos cerrados, bajo los árboles o en las sombras, como queriendo ocultar en ese minuto su soledad. Pero eso era innecesario, ya que la gente, la masa, el pueblo santiaguino ni siquiera los ve. Empecé a recordar las veces en que había ido con mi gente a ver este espectáculo y uno ni siquiera se da cuenta que hay gente sola, que no abraza a nadie siguiendo el rito milenario del año nuevo. Fue curioso, no me deprimí ni nada, ya que era algo nuevo que vivía y debe haber sido parte de mi crecimiento como serumano.


Luego, los dos últimos años nuevos los he pasada solo con mi hijo, en mi depto en el centro y por supuesto en la Torre Entel. Este año nuevo, él me pidió que lo pasáramos juntos y que viéramos los juegos y ha sido uno de los mejores años nuevos de mi vida, nos compramos challas, él se compró un gorro de fiesta con su respectiva corneta, y hasta nos compramos los cotillones de aire comprimido, de esos que según chilectra cortaron la luz de medio chilito. Este año los fuegos se lucieron, hubo dos momentos memorables: el primero, como a la mitad del típico espectáculo, de todos los pisos de la torres salieron fuegos como de cola de chancho que dejaron la cagá, una fiesta de colores y humo que llegó a esconder a la torres detrás de tanto jolgorio; segundo, lo que mi hijo impaciente esperaba, la cascada, que este año fue perfecta, y que espero que el próximo se supere.


Los años nuevos siempre sirven de excusa para hacer los balances en las vidas de las personas. Uno recuerda lo que ha hecho y piensa en lo que no hizo. Recuerda a los que se fueron primero que uno y a los que han llegado. En fin, un momento en el año donde la mayoría nos ponemos a pensar en nuestras vidas y la proyectamos a un futuro incierto. Es parecido a la canción de Mecano, Un Año Mas. Esa canción simboliza todo lo que puedo llegar a sentir en el año nuevo, claro que aunque no esté en la Puerta del Sol ni coma una uva por mes como los españoles, refleja fielmente lo que debe de ser el año nuevo.


Les regalo la letra de la canción.


Nos vemos


Mecano - Un Año Más

En la puerta del sol como el año que fue,
Otra vez el champagne y las uvas y el alquitrán,
de alfombra están.

Los petardos que borran sonidos de ayer,
y acaloran el ánimo para aceptar que ya,
pasó un año más.

Y en el reloj de antaño como de año en año,
Cinco minutos más para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo,
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Marineros, soldados, solteros, casados,
amantes, andantes y alguno que otro cura despistao.

Entre gritos y pitos los españolitos,
enormes bajitos hacemos por una vez,
algo a la vez.

Y en el reloj de antaño como de año en año,
Cinco minutos más para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo,
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.
Y aunque para la uvas hay algunos nuevos,
a los que ya no están echaremos de menos,
Y a ver si espabilamos los que estamos vivos y en el año que viene nos reímos.

1, 2, 3 y 4 y empieza otra vez,
que la quinta es la una y la sexta es la dos y así el siete es tres.

Y decimos adiós y pedimos a Dios,
Que en el año que viene a ver si en vez de un millón pueden ser dos.

En la puerta del sol como el año que fue,
Otra vez el champagne y las uvas y el alquitrán,
de alfombra están.



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