"A punto de rendirme estaba
a un paso de quemar mis naves,
cuando al borde del camino
por dos veces el destino
me hizo un guiño en forma de
labios de mujer"
de "Corre dijo la Tortuga" de Joaquín Sabina
De un tiempo a esta parte, las cosas no me han ido muy bien que digamos... no tenía nada nuevo que escribir, ni se me ocurría ni una historia que plasmar; en este año he estado en tres trabajos distintos; gano la misma plata que ganaba al principio de este año, pero estoy trabajando en horas hombre mucho menos; y eso que llaman y llamé amor, no pasaba ni por la vereda del frente.
Es curioso cómo se forjan los destinos, como confabulan para que encontremos lo que buscamos, pero al parecer algunos somos tan impacientes que no sabemos esperar, y no comprendemos que las cosas que tienen que llegar, llegarán.
Después de mi encuentro con el pasado que tuve el año anterior, donde pensé que mis heridas no habían sido tan profundas, claramente me equivoqué en esa presunción. Sí fueron profundas y feroces esas heridas, y maduraron lentamente en mi, para al final convertirme en una persona con el corazón mucho frío del que tenía antes, ya que mi carga de desprecio bajó a niveles nunca antes vistos, y con esa serenidad que caracteriza a los hombre ligeros, podía asumir con toda certeza que no volvería a sentir algo por otra mujer. Ese sentimiento fue madurando, llegando a ser una sensación de lástima por mi mismo al sentir que estaba lleno de deficiencias para el arte del amor, sintiendo que no era un buen compañero para nadie.
Cuando estaba a un paso de encender las antorchas que harían arder mis naves, me doy cuenta que la vida siempre tiene algo reservado para mi. Encontré un ser que para mi es excepcional, me topé al borde del camino con una persona que se encuentra conmigo al borde del suyo. Al estar ciego, y con todas mis defensas alertas que apresaban el batir de mis alas, por primera vez quizás, no soñé con paraísos imaginarios junto a ella. Pero ella, sintiendo una avalancha de emociones hoy apaga el fuego que yo pretendía encender para alojar en una isla desierta donde el otoño sería eterno.
Ni un roce de su pelo le han robado mis dedos aún, ni una caricia sus manos han posado en mi cara, pero las miradas más tiernas y cómplices han surgido en estos días, y eso me hace sentir vivo. Ella ha escuchado todas las historias y que yo he contado y le he contado, sacando las conclusiones más lógicas y la radiografía de mi vida, donde ciertamente no es para forjar la confianza de un final feliz, como de cuento, pero la vida quizás, nos quiera regalar un momento, un instante, o talvez mucho más.
Será que encontré a la muchacha de ojos tristes?, tanto miedo quiere decir que debo volver a apostar todas mis pertenencias?, será que llegó el tiempo de construir algo con la intención de que dure para siempre?
Lo que sí está claro al el día de hoy, es que esperaré sin interferir en sus decisiones, con la infinita esperanza que el final del final, sea yo el principio.
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